jueves, 28 de mayo de 2009

Muiño Do Xusto

Este molino de agua, ubicado en Arboiro, conocido en la comarca por el apodo de nuestra familia "OS XUSTOS", es para mi un inmenso caudal de recuerdos. Desde mi tierna infancia acompañaba a mi padre y a mi tío Gabino a la artesana industria. La honradez era su norma de conducta puesta de manifiesto en toda su trayectoria vital.

Inaugurado en 1898 por Antonio González González y su yerno José Rodríguez Vázquez, abuelo y padre de Néstor Rodríguez González, el cual ejerció su profesión de molinero desde el año 1910, con catorce años, hasta 1986, fecha de su fallecimiento; su hermano y el marido de su hija Josefina fueron sus colaboradores en distintos y puntuales momentos de su larga profesión.

Durante estos años se realizaron varias obras de modernización: la implantación de un nuevo piso -tiene dos-, la instalación de la peneira, la construcción del tanque del agua, la sustitución de las piedras del país por las modernas francesas y la puesta en servicio de un sistema elevador de las muelas, único en toda la zona, muestra del ingenio de mi padre.

Hoy sigue en pié gracias a las obras que periódicamente realizamos, con la incertidumbre de su futura existencia.

Deseo que mis herederos entiendan lo que representó para toda nuestra familia y sigan conservándolo como muestra de un noble oficio ejercido por sus antepasados.

Me entristece ver como estas joyas rurales, con un valor antropológico incalculable, vayan desapareciendo por los vaivenes y circunstancias familiares y que ningún organismo oficial lleve a cabo la restauración de estos legados culturales irrepetibles. Escribió John Berger en la Trilogía de sus fatigas: si perdemos la memoria se elimina la esencia del ser humano.

Los gobernantes que no son capaces de conservar y fomentar la cultura de su pueblo son los responsables de empobrecerlo.

El desamparo y el olvido es la cruda realidad a la que mi tierra sigue abonada. Sólo la ingente, brillante y solitaria labor realizada por Olegario Sotelo Blanco y Florencio de Arboiro, será garante de que la forma de vida, en el medio rural de mi comarca, quede inmortalizada en sus libros y museos.

El murmullo del agua impactando en el rodicio, el runruneo de las piedras, su pica, el tac tac de la peneira, la maquila, la imagen de mi padre enfariñada, la lumbre que nos calentaba en invierno, viejos y niños, mozos y mozas esperando la molienda, narraciones de lobos, de meigas y de amor, con la calma de los que sabían y podían disfrutar de la libertad, me "trasladan" día a día, con una añoranza infinita, a mi sagrado molino.